miércoles, 10 de diciembre de 2008

VI


Cuento corto. Durante la última semana Felipe y Clara estuvieron bien, en un sentido bastante abstracto de la palabra. Se veían más seguido; dos veces por día. En la mañana se saludaban tiernamente y almorzaban juntos, si no podía ser posible Felipe se aparecía en algún recreo afuera de la sala de primero medio, y al salir Clara de su sala lo veía.
Para algunos será poca cosa pero para ellos (ella) era la mayor gratificación del mundo.

Valentina y Gerardo tenían su pronóstico del asunto, también Seba, que ahora era prácticamente vecino de Clara. Vivían a tres cuadras hablaban mucho por teléfono y MSN, ya que ella estaba “castigada”. Clara vivía sola con su padre y su hermana menor, Adelaida. Eran el tesoro de la vida de Camilo, su padre. Clara también tenía un hermano mayor, Bastián, que se había ido de la casa hace dos años a estudiar a la universidad.
Su madre, bueno, eso es otra historia. Si tuvieron mamá y ella aún vive pero es algo complicado de explicar.

El punto es que al estar Clara castigada sin ver a ningún vecino, viejo amigo que el padre no conociera, no le quedaba otra opción que explotar su teléfono celular y su notebook. (Gran recurso para no cortar relaciones) así que la amistad entre ella y Seba se estrechó más que nunca, aún más que cuando eran pequeños, en esa época en que el rol de tu mejor amigo consistía en jugar contigo en los recreos y darte una mordida del sándwich que le mandaban si tenías hambre.

Las cosas andaban bien, pero como eso no es común – al menos duradero- en la vida de ningún adolescente, llegó el día en que los pronósticos de los amigos de Clara se cumplieron.

**
Un día jueves Clara llegó temprano al colegio, de nuevo, y el único que había llegado antes era Tom.

-¡Hola Tom!- lo saludó Clara alegremente
-Oh, ¡Hola!- le dijo Tom, algo sorprendido y confundido, pues nunca habían hablado y aún así compartían un saludo.
-y tú, ¿a esta hora en el colegio?- le preguntó descaradamente ella, como para entrar en conversación. Se lo dijo bien modulado.
-Ah, well; sí, siempre llego temprano. Tú nunca llegas temprano
- Eeee, si tienes razón. ¿En serio siempre llegas a esta hora?- Clara le hablaba gesticulando cada palabra, como dirigiéndose a un sordo o un niño muy pequeño. – Es tempranísimo, muy muy temprano…

Tom la miró con cara de “porqué me hablas como a un imbécil, si igual entiendo”.

- Si siempre. Yo vengo con Luciano, de octavo. ¿Tú lo conoces?
- Al Luciano, ¡obvio!
- Es muy simpático
- Si, no somos muy amigos pero me cae súper bien…
- Hola, hola – Saludó Ticevich
- ¡Buena compadre! – Le respondió Tom. Clara también lo saludó
- ¿En qué están ustedes?, Tommy no me digas que ya andas ofreciendo todo tu espíritu de galán…- le dijo Ticevich a Tom, levantándole una ceja consecutivamente. Tom le dio un golpecito en el brazo.
- No pasa nada oh…- Recalca Clara
- Estábamos conversando nada más – Dice Tom completando la frase. – Ella es buena onda- dice luego, palpando el hombro de Clara.
- Si, súper buena onda – dice Ticevich, sin parar de mover su ceja. Luego cambia el tema. – Oye Clara, ¿ tú todavía estás pololeando?
- Si, ¿porqué?
- A no, es que hace tiempo no veo al Felipe, anda más perdido. Tiene tiempo para la polola al menos
- Ha! – le dice Clara con una sonrisa no muy convencida.
- ¿Tú tienes pololo Clara? – le preguntó curioso Tom
- Si, hace siete meses
- Ah..

Luego comenzó a llegar la gente. Clara salió con sus amigos al patio y esperó a Felipe. No apareció.

A la hora de salida Clara tenía prisa. No lo había pasado bien aquel día y lo único que quería era llegar luego a la casa de Seba. Ya se había acabado el castigo porque él había ido a visitarla el fin de semana y así su padre aprovechó de conocerlo.

- ¿Clara? – era Felipe
- Hola
- Amor, necesito que hablemos.
- ¿Qué pasa? – el pronóstico se acercaba
- Es que, mira es complicado, yo te amo ¿sabes? Y no sé, ¿Tú me amas?
- Si obvio mi amor.
- Pero es que ya no somos los mismos
- ¿Ah?
- Que, ya no es lo mismo…
- ¿Quieres terminar conmigo?
- Déjame terminar
- ¡¿conmigo?!
- No, aguarda. Escucha creo que lo nuestro simplemente no va hacia ningún lado, yo te amo como siempre pero nuestra relación se está deteriorando
- Es bastante femenino de tu parte decir eso…
- Perdón amor, no sé que hacer. Sé que estás sufriendo por mi culpa y
- ¡¿es mi culpa?!
- No, te digo que es la mía – Felipe ya se había puesto a tartamudear y le sudaban las manos. Sentimiento de culpa – Mira amor, no podemos seguir estando juntos.
- Pero…
- Acéptalo, ya no es lo mismo que al principio, nunca nos vemos, tú lo pasas mal y a mi no me afecta tanto
- Listo. No me quieres
- No, si yo te amo
- ¡¿Entonces?!
- Es que…
- Dame un beso.

Fue el último.

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